Donde otros ven números fríos, ella me mostró formulas que laten, ecuaciones que respiran y problemas que se resuelven con ternura.
Me enseño que el amor se suma con gestos pequeños, se multiplica con la confianza y se divide para compartirse.
Que los limites existen solo en el papel y que las variables del corazón siempre encuentran solución si se resuelven con paciencia.
No solo una maestra de matemáticas, sino de mi vida.
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