Liliana Valeria Campos Durán

En mi experiencia en la escuela dominical, siempre me he acercado a los niños con una sonrisa. Buscaba captar su atención mediante juguetes didácticos. Libros de cuentos y canciones. También diseñaba juegos y participaba en pequeñas obras dramáticas escritas por mis colegas. He tratado con todo tipo de niños, incluyendo pequeños que no quieren participar o que intentan desviar la atención. En esos casos suelo trabajar con paciencia, separarlos del grupo de forma cuidadosa, brindarles contención, escucharlos y proponerles actividades alternativas, sin perder de vista el objetivo de aprendizaje. Muchas veces, algo tan simple como salir al patio fue clave para regular sus emociones.

Disfruto trabajar con niños porque son puros, espontáneos, alegres y enseñables. Me inspiran a dar lo mejor de mi, ya que son nuestro presente y futuro. Poseo cualidades que me ayudan a esta tarea: resiliencia, empatía, alegría y un profundo cariño por los demás. Un caso especial fue el de un niño con autismo que me enseñó la importancia de dar atención y cariño a quienes suelen ser olvidados; él me demostraba afecto genuino y ese vínculo marcó mi experiencia.

He aprendido a trabajar en equipo, a sujetarme a programas y a colaborar con ideas que fortalezcan el trabajo colectivo. Creo que mi mayor aporte es el ánimo constante y la convicción de que siempre se puede lograr un buen resultado.

Espero integrarme a un equipo comprometido en la noble misión de formar, cuidar y querer a los niños. Este trabajo me completa y lo considero una verdadera bendición