Mi experiencia con una docente fue muy significativa. Ella no solo se preocupaba por enseñar los contenidos, sino también por motivarnos a ser mejores personas. Siempre mostraba paciencia, dedicación y un gran compromiso con sus estudiantes. Su manera de explicar era clara y buscaba que todos entendiéramos, sin dejar a nadie atrás. Además, nos enseñó valores como el respeto, la responsabilidad y el esfuerzo. Gracias a su apoyo y ejemplo, aprendí que un buen docente no solo forma mentes, sino también corazones.
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