Las clases, ya sean de aula o particulares, requieren de un compromiso mutuo entre alumno y profesor. Un alumno que se ve obligado a tomar una clase recibirá muy poco de su profesor. El alumno debe tener interés en aprender o, al menos, en mejorar sus notas. Sin embargo, uno como profesor no tiene mayor influencia en ese respecto, es algo que deben conversar apoderados y alumnos.
Por otra parte, el primer encuentro entre profe y estudiante es muy importante, no solo en cuanto a lo académico. Todos recordamos con cariño algún profe que tuvimos en la básica, media, preu o universidad. Generalmente, las clases de esos profesores son en las que uno aprende más, aunque no necesariamente las de mejores notas. Por este motivo, generar cierta conexión entre profe y alumno es importante, tratar de entender al alumno, identificar porqué no le va bien en la asignatura puede ayudarte en gran medida a cómo plantear una clase y cómo no hacerlo.
Todo esto es difícil de conseguir cuando los apoderados piensan que un par de clases antes de una prueba será suficiente para que al alumno le vaya excelente. Generalmente, este acercamiento deja mucho que desear tanto para profes, alumnos y padres, ya que a un alumno, la gran mayoría de las veces, sobretodo en materias como matemáticas y las ciencias, no le va mal por la dificultad actual de la materia, sino por vacíos de contenidos, malas concepciones o base en la asignatura.
Por lo anterior, recomiendo partir con clases particulares no en tiempo de pruebas, sino cuando se tiene tiempo para repasar y revisar los contenidos que el alumno debería tener, y aprovechando este tiempo para conocer mejor al estudiante, ver cómo aprende de mejor forma, cuáles son sus problemas, si sabe estudiar, si puede resolver problemas simples (base para resolver otros más complejos), entre otros.